Las patologías crónicas se manifiestan cada vez a edades más tempranas

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El colesterol por encima del límite, los triglicéridos elevados, la hipertensión arterial, hígado graso… son patologías crónicas que habitualmente aparecen en la edad adulta avanzada como consecuencia de unos hábitos de vida no saludables: sedentarismo, sobrepeso u obesidad, dieta baja en alimentos vegetales y alta en productos ultraprocesados de muy baja calidad nutricional, tabaquismo, consumo de alcohol… 

Debido al estilo de vida actual que llevamos: transporte mecanizado, ocio sedentario, nuevas tecnologías, reuniones sociales basadas en comer y beber, inactividad física, trabajos totalmente sedentarios… en lugar de contribuir a una mejora de nuestra salud, estamos adelantando la aparición de patologías crónicas cada vez a edades más tempranas. Y a todo ello debemos sumarle un patrón dietético cada vez más alejado de la dieta mediterránea, (AECOSAN, 2017; OMS, 2013) y supermercados llenos de estanterías y publicidad que incitan al consumo diario de productos de mala calidad especialmente destinados a niños, que aparentan ser una opción saludable para su dieta, cuando realmente aportan todo lo contrario. (Popkin, 2012; Rauber,2018) El consumo de este tipo de procesados ricos en azúcar añadido, harinas y grasas refinadas, sal… ha aumentado ni más ni menos que en un 50% en los últimos diez años. (Jul, 2018)

Las tasas de sobrepeso y obesidad infantil en España son alarmantes, situándose prácticamente a la cabeza de Europa. Incluso la OMS incluso ha tenido que reevaluar la ingesta calórica recomendada para este grupo de población puesto que sobreestimaba el gasto, y conduciría a un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad.

Bien es conocido que un niño obeso tiene un elevado riesgo de ser un adulto obeso, y de tener muchos más riesgos para su salud.

Friedemann, 2012

Tasas de sobrepeso y obesidad en España

Para hablar de tasas de sobrepeso y obesidad infantil en España podemos remitirnos a algunos estudios epidemiológicos de alta representatividad en España como: el último estudio Aladino (Aladino, 2015), el programa THAO (Gómez, 2015), las Encuestas Nacionales de Salud del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el estudio Enkid (Serra, 2004).

Los resultados difieren mucho entre estudios debido a la gran variabilidad de criterios diagnósticos y puntos de corte que se han empleado. La prevalencia de sobrepeso + obesidad según el estudio Enkid fue de entre un 27-32% en población de entre 6 y 17 años. (Serra, 2004) El programa THAO concluyó un 25,50% de sobrepeso+ obesidad en niños y de 27,80% en niñas en el periodo 2013-2014. (Gómez, 2015). El estudio Aladino estudia una población más reducida de escolares, entre 6 y 9 años de edad. Sus resultados son muy dispares ya que emplea distintos índices para su comparativa, pero van de 26,4 a 41,3%.  (Aladino, 2015)

 También podemos observar la comparativa con respecto a otros países en la Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado este mismo año que sitúa a España tras de Chipre en la cabeza de los países con mayor obesidad en Europa. La OMS ha determinado un sobrepeso + obesidad infantil española de un 40% siguiendo sus puntos de corte. (OMS, 2007)

Aparición temprana de otras patologías

La literatura científica más actual muestra una clara aparición de patologías como hipertensión arterial (Marrodán, 2013), hígado graso (Woo Baidal JA, 2018), dislipemias… cuyas complicaciones en la edad adulta serán mayores si no se revierte.

Hipertensión arterial:

Diversos estudios de carácter epidemiológico han puesto de relieve como la población infantil también padece hipertensión arterial, y que su prevalencia es proporcional a la obesidad del sujeto. Un metaanálisis concluyó que entre un 1-5% de población infanto-juvenil padece hipertensión arterial a nivel mundial. (Kavey, 2010) Otros estudios norteamericanos que también tienen en cuenta la pre-hipertensión en edad infantil, ha llegado a hallar que aunque un 3,2% de la población era hipertensa, un 15,7% se encontraba en situación de prehipertensión. Por supuesto, el riesgo de tensión arterial elevada se multiplica cuando hay un exceso ponderal.(McNiece, 2007)

Un estudio desarrollado en España en 1.078 niños y niñas de entre 6 y 16 años muestra como a mayor carga ponderal en los escolares y menor adhesión a la Dieta Mediterránea evaluada por el cuestionario KidMed, se relaciona con mayores valores de tensión arterial. (Marrodán, 2013) Sin ir más lejos, la prevalencia de tensión arterial elevada fue del doble en aquellos que seguían una dieta de mala calidad que de calidad media.

Bien es sabido que la tensión arterial infantil es predictiva de la tensión arterial adulta, y que comenzar en edades más tempranas con ella es síntoma de un mayor riesgo cardiovascular (engrosamiento de la pared vascular…). (Camacho, 2009) Además, es frecuente que esté infradiagnosticada por lo que es importante su control pudiendo guiarse por las tablas de referencia de la AEPED (De la Cerda, 2014). Por esta razón, en esta etapa es todavía más importante concienciar desde la prevención.

Hígado graso:

El hígado graso o la esteatosis hepática no alcohólica es otro problema de salud pública cada vez más frecuente en niños y adolescentes. Un nuevo estudio de publicado este mismo año en The Journal of Pediatrics (Woo Baidal, 2018) que analizó una cohorte de 635 niños, observó como mayores valores de perímetro umbilical en niños se asociaba a un mayor riesgo de hígado graso medido a través de ALT (alanina aminotransferasa), un marcador hepático. Un perímetro de cintura elevado a los 3 años desembocó en que un 23% de los menores tenían niveles elevados de ALT a los 8. Esta patología hepática puede desencadenar en complicaciones mayores llegando incluso a cirrosis, u otras patologías metabólicas como mayor resistencia a la insulina. Otros estudios ya habían concluido recientemente resultados similares que relacionan una mala alimentación, sedentarismo y obesidad, con mayores tasas de hígado graso en edades tempranas. De todas maneras, investigaciones consideran que revertir el exceso de grasa corporal y el cambio de hábitos puede ayudar a disminuir el riesgo de desarrollar patología hepática en la edad adulta. (Yan Y, 2017)

Cabe destacarse que pese a la fuerte asociación entre circunferencia de cintura elevada u «obesidad abdominal´´ y múltiples patologías en la infancia, no es habitual su medida como criterio diagnóstico en Atención Primaria, y sería de interés su incorporación.

Resistencia a la insulina:

El acúmulo excesivo de grasas en el hígado, y el aumento de número y tamaño de las células adiposas, conducen a una mayor resistencia a la insulina y en consecuencia, hiperinsulinemia. Todo ello puede derivar en hipertrigliceridemia y otras complicaciones metabólicas asociadas que generan un círculo vicioso.

Un estudio norteamericano analizó la prevalencia de diferentes factores del Síndrome Metabólico en 1513 escolares adolescentes siguiendo las referencias de la OMS y los criterios del NCEP (National Cholesterol Education Program Adult Treatment Panel III). Observó que la hipertensión arterial era 4 veces más frecuente en jóvenes obesos que con sobrepeso y la resistencia a la insulina era proporcional al exceso de grasa corporal en la mayoría de los casos. (Goodman, 2004)

En España es infrecuente la Diabetes tipo II infantil, pero se ha incrementado en las últimas décadas, y sobre todo la resistencia a la insulina se detecta cada vez en más niños con sobrepeso. En España 2015, según la Federación Española de Diabéticos había 10.000 menores de 15 años diabéticos, representándose un 10% por la Diabetes Mellitus tipo II, un incremento notable. La enfermedad suele aparecer as partir de los 10 años, siendo más temprana la aparición de complicaciones, cuando antes debute la enfermedad (en torno a los 25-35 años). En un adolescente diabético, la función de las células beta-pancreáticas declina en torno a un 15% al año. (Gungor, 2005)

Es importante destacar que un niño con DM-II tiene 4 veces mayor riesgo de fallo renal en edad adulta y 8 veces de hipertensión arterial. Los adolescentes con DM-II tienen niveles de triglicéridos altos entre el 29 y 61%, y de colesterol LDL entre el 18 y 46%. (Gungor, 2005).

En Estados Unidos, el estudio SEARCH de detectó que 24,3 personas menores de 20 años de cada 100.000 padecían DM-II. Un 33% de los diabéticos tenía elevado el colesterol LDL, un 24% los triglicéridos, y un 44% el colesterol HDL reducido. (Dabelea, 2007)

Hipercolesterolemia y otras dislipemias:

Ya desde la década de los 90 encontramos literatura que asocia un mayor perímetro abdominal y el exceso de grasa corporal en general con mayor riesgo de resistencia a la insulina, y mayores niveles en sangre de: colesterol total y LDL, y triglicéridos. (Freedman, 1999)

Se ha encontrado evidencia de que la obesidad a nivel abdominal aumenta notablemente más los niveles lipídicos en sangre que la obesidad generalizada, por la localización de la grasa. Además, la obesidad infantil se asocia con menores niveles de colesterol HDL. (Daniels, 2008)

Otros estudios han demostrado que si el Índice de Masa Corporal (IMC) se encuentra elevado desde la infancia o adolescencia, a los 30 años aumenta considerablemente el grosor de la capa íntima de la arteria carótida, y en consecuencia, mayor peligro cardiovascular. (Goodman, 2004)

La implantación de planes de prevención de obesidad, junto al fomento de una alimentación saludable, y una vida más activa, son fundamentales para reducir la prevalencia de adiposidad elevada en las primeras etapas de la vida, y de otras patologías en consecuencia.

La figura del Dietista-Nutricionista en un contexto multidisciplinar, tiene un papel clave en el desarrollo de programas de educación nutricional y concienciación de la importancia de llevar una alimentación saludable, destinados a público escolar tanto infantil como adolescente. De la misma forma, es importante que la promoción del estilo de vida saludable, se acompañe  del apoyo por parte de los distintos centros escolares e instituciones, así como desde la Atención Primaria…, y que se encuentren abiertos a mejoras que faciliten el proceso del cambio.

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