La alimentación, el estilo de vida y el riesgo de cáncer

| Publicado por | Categorías: Estudios científicos, Nutrición y dietética
En los últimos años, numerosos estudios se han centrado en la relación existente entre la alimentación, la composición corporal y la actividad física y el riesgo de padecer cáncer. De hecho, es bien conocido como ciertos alimentos y la actividad física pueden contribuir a la reducción del riesgo de varios tipos de cáncer.

El cáncer y sus causas

El cáncer es un conjunto de enfermedades causadas por mutaciones genéticas que dan lugar a células anormales que se dividen sin control, proliferan  y pueden invadir otros tejidos. Para que una célula normal se convierta en una célula potencialmente cancerígena, ha de sucederse una acumulación de daños y mutaciones en el ADN. Existen múltiples factores capaces de producir estos daños.

Las principales causas endógenas son: la herencia genética, el estrés oxidativo, la inflamación, la alteración de la función inmune y de algunas hormonas (insulina, estrógenos).

Entre las causas exógenas destaca el tabaquismo, algunos microorganismos patógenos (Helicobacter pyloriSchistosoma haematobium, virus del papiloma humano…), la exposición a la radiación ultravioleta y a productos químicos industriales, algunas sustancias tóxicas presentes en los alimentos o que se producen durante la cocción (aflatoxina B, nitratos y nitritos, aminas heterocíclicas, …) y las altas concentraciones de hidrocarburos policíclicos aromáticos en la contaminación atmosférica (1).

Factores influyentes en el origen y desarrollo del cáncer

La epidemiología y la evidencia experimental han mostrado que sólo una pequeña porción de los cánceres son de origen hereditario, mientras que los factores ambientales, la alimentación y la actividad física pueden jugar un importante papel en el origen y desarrollo del conjunto de estas enfermedades.

Los alimentos y su preparación culinaria, la actividad física y la obesidad pueden influir en procesos fundamentales que podrían promover o inhibir el desarrollo del cáncer y su progresión tales como la reparación del ADN, la regulación hormonal, la proliferación y diferenciación celular, la inflamación, la función inmune, el ciclo celular y la apoptosis.  En el cuadro 1 se ofrece un resumen de los factores que influyen sobre el origen y desarrollo del cáncer.

El sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo se relacionan con el cáncer

El Estudio Prospectivo Europeo sobre Cáncer y Nutrición (EPIC) publicado en el 2004, un estudio multicéntrico de cohortes realizado en diez países europeos y  que contó en España con 41.446 voluntarios (mujeres entre 35 a 65 años y hombres entre 40-65 años), concluyó que “la relación de la dieta y el cáncer muestran un efecto protector del consumo de fibras, frutas y verduras sobre el cáncer colorrectal, un efecto protector del consumo de frutas sobre el cáncer de pulmón, y de las frutas y verduras sobre el tracto digestivo superior.

Asimismo, se ha confirmado que el alto consumo de frutas y verduras no tiene efecto sobre el cáncer de próstata.

Usando un diario de siete días para evaluar el consumo de grasas saturadas, se ha confirmado que un alto consumo de estas aumenta el riesgo de cáncer de mama” (2).

El Informe Anual de la American Cancer Society sobre los cánceres asociados con el exceso de peso y el sedentarismo señalaba que estos dos factores contribuyen al aumento de la incidencia de muchos tipos de cáncer y también afectan negativamente a la calidad de vida de los sobrevivientes y pueden empeorar su pronóstico (3).

Una revisión rigurosa de más de siete mil estudios sobre la relación entre la nutrición, la actividad física, el sobrepeso, y el riesgo de cáncer llegó a la conclusión de que hay pruebas convincentes que muestran una asociación entre el exceso de peso corporal y el incremento del riesgo de padecer varios tipos de cáncer: esófago, colorrectal, riñón, páncreas, endometrio y cáncer de mama en la postmenopausia.

El sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de padecer cáncer a través de varios mecanismos como son los efectos sobre la función inmune,  la inflamación, los niveles y el metabolismo de varias hormonas (insulina y el estradiol) y los factores que regulan la proliferación celular y el crecimiento, tales como el Factor de Crecimiento tipo Insulina (IGF-1) y la Hormona Sexual Globulina Vinculante (SHBG). El exceso de peso corporal influye sobre el adenocarcinoma de esófago al aumentar el riesgo de reflujo gastroesofágico y esófago de Barrett (4).

La actividad física puede reducir el riesgo de varios tipos de cáncer, incluyendo los de mama, colon y endometrio, así como el cáncer de próstata avanzado, y, posiblemente, el pancreático. La evidencia para otros tipos de cáncer es limitada, pero cabría decir que también puede existir.

Por otra parte, un estilo de vida activo se asocia igualmente con una reducción del riesgo de otras enfermedades crónicas como la enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la osteoporosis y la hipertensión.

Papel protector de algunos alimentos frente al cáncer

El papel protector de algunos alimentos viene dado por la presencia de sustancias antioxidantes, los llamados fitoquímicos:

  • Polifenoles (antocianidinas, isoflavonas, taninos, …)
  • Carotenoides (provitamina A, licopeno…)
  • Compuestos azufrados
  • Saponinas

Los antioxidantes bloquean la acción de algunos agentes carcinógenos (radiación ultravioleta) y de los radicales libres, además impiden la promoción y progresión de las células cancerosas (5). Destacan al respecto: las coles (coliflor, brócoli, repollo, lombarda…), ricas en glucosinolatos (isotiocianatos e indoles).

Los vegetales de la familia Allium (ajo, cebolla, puerro…), contienen compuestos azufrados y reducen la frecuencia del cáncer de estómago y esófago causados por nitrosaminas.

La cúrcuma, un colorante alimentario natural, es rica en curcumina que posee propiedades antitrombóticas, hipocolesterolemiantes, antioxidantes y anticancerosas, ya que impide la angiogénesis e inhibe a la COX-2 (efecto antiinflamatorio). Su biodisponibilidad es mayor unida a la piperina de la pimienta, como sucede en el curry.

El galato de epigalocatequina (EGCG), una catequiza presente en el té verde, inhibe el crecimiento de células cancerosas y es un potente bloqueador del receptor del VEGF, elemento clave del inicio de la angiogénesis.

Las frutas del bosque (fresas, frambuesas, arándanos y moras) son ricas en proantocianidinas,  antiocianidinas y ácido elágico, pueden prevenir la activación de sustancias cancerígenas y estimular los mecanismos de eliminación de estas sustancias. También tienen un efecto inhibitorio sobre la angiogénesis.

Los cítricos son fuente de vitamina C y de fitoquímicos (polifenoles y terpenos) que poseen efectos antiinflamatorios e intervienen en el sistema de absorción y eliminación de xenobióticos. Además tienen la capacidad de potenciar la actividad antioxidante de otros vegetales.

Algunos compuestos como el licopeno del tomate, el resveratrol de las uvas y el vino y los polifenoles del cacao tienen un demostrado papel antioxidante y por tanto, pueden colaborar a combatir el proceso del cáncer. Igualmente sucede con el efecto antiinflamatorio de los ácidos grasos omega 3 del pescado graso y su acción frente al cáncer.

Otros alimentos ricos en fitoquímicos con posible función anticancerosa son: lentejas, espinacas, cerezas, alcachofa, berenjena, aguacate, mango, manzana, salvado de trigo, apio y setas.

En general, los alimentos de origen vegetal son grandes aliados contra la aparición y desarrollo del cáncer, no sólo por su contenido en vitaminas, minerales y fitoquímicos si no también porque aportan fibra, cuya acción protectora frente al cáncer colorrectal está ampliamente aceptada. En el cuadro 2 se muestra la evidencia que existe de la relación entre nutrición, alimentación, obesidad y actividad física y algunos tipos de cánceres.

Recomendaciones frente al cáncer

Las guías de la WCRF y AIC publicadas en 2012 resumen las recomendaciones para prevenir el cáncer en los siguientes puntos:

1. Alcanzar y mantener un peso saludable durante toda la vida.
2. Mantenerse físicamente activo.
3. Realizar una dieta saludable, con énfasis en el consumo de alimentos vegetales: frutas y verduras.
4. Limitar el consumo de alcohol
Para la población general, se pide a los gobiernos que pongan en marcha políticas orientadas a aumentar el acceso a los alimentos saludables en las comunidades, lugares de trabajo y escuelas, a la vez que se restringa el acceso y la comercialización de alimentos y bebidas de bajo valor nutritivo pero de alto contenido en grasa y azúcares, que se han demostrado como una de las causas del incremento de la obesidad sobre todo en el caso de los jóvenes y niños.
Por último, se debe promover la actividad física sobre todo en las escuelas y lugares de trabajo, realizando campañas que hagan hincapié en los beneficios de la actividad física sobre la prevención de enfermedades crónicas y del cáncer.

Bibliografía:

(1) World Cancer Research Fund / American Institute for Cancer Research. Food, Nutrition, Physical Activity, and the Prevention of Cancer: a Global Perspective. Washington DC: AICR, 2007: 45

(2) González CA, Navarro C, Martínez C, Quirós JR, Dorronsoro M, Barricarte A, Tormo MJ, Agudo A, Chilarque MD, Amiano P, Ardanaz E, Pera G, Sánchez MJ, Berenguer A. El Estudio Prospectivo Europeo sobre Cáncer y Nutrición (EPIC). Rev Esp Salud Publica 2004 Mar;78(2):167-763.

(3) Eherman C, Henley S, Ballard-Barbash R, et all. Anual Report to the Nation on the status of cancer, 1975-2008, featuring cancers associated with excess weight and lack of sufficient physical activity, CA Cancer J Clin. 2012; 118: 2338-2366

(4) Kushi LH, Doyle C, McCullough M, et al. American Cancer Society guidelines on nutrition and physical activity for cancer prevention: reducing the risk of cancer with healthy food choices and physical activity. CA Cancer J Clin. 2012; 62: 30-67.

(5) Béliveau R, Gingras D. Los alimentos contra el cáncer. Editions du Trécarré. Canadá. 2010: 65-68

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