Voluntarios de Madrid han viajado este verano a Etiopía para desarrollar un proyecto de salud nutricional destinado a reducir la desnutrición, sobre todo infantil, en colaboración con la SEDCA. Patricia Cobo Ginés, la Directora del Proyecto de salud nutricional en Etiopía, nos cuentan su experiencia desde dentro y la de todo su equipo multidisciplinar que le ha acompañado. Además, invita a cualquiera que se lo haya planteado alguna vez a vivir una experiencia tan enriquecedora que no puede explicarse solo con palabras, o al menos, a participar de la forma a la que cada uno le sea posible, ya que cada esfuerzo suma:
“Viajar a Etiopía siempre trae buenas sensaciones y nuevas aventurillas que estimulan los sentidos de cualquiera. El colorido de la exuberante naturaleza, el sonido de su música, las risas de los niños allá por donde vayas, la bondad de la gente, el sabor y el picante de sus comidas, el propio ambiente de la cotidianeidad etíope… hacen que con tan solo observar, no te aburras ni un momento. Y además, siempre alerta, negociando a cada instante…Solo los que conocen aquello saben a qué me refiero, y para los que no, esto es una invitación para que os animéis a descubrirlo por vosotros mismos.”
Además, nos narra cómo fue su experiencia que comenzó hace un par de años en los inicios del proyecto desde cero…
“En Octubre de 2017 cuando llegamos a la guardería de Mizan Teferi por primera vez, analizamos el tipo de dieta que se les proporcionaba. Advertimos que esta era poco variada, rica en granos, pobre en verduras y proteínas. Una dieta no apta para los requerimientos de niños en pleno crecimiento y desarrollo mental. Así que actuamos en consecuencia y establecimos un nuevo menú escolar el cual incluía todos aquellos nutrientes necesarios para los niños con edades entre 3-7 años.
EL menú se balanceo con el aporte de 3 huevos por semana, 3 vasos de leche por semana, combinación de las legumbres con otros granos para completar la calidad de las proteínas vegetales, así como añadir a diario zanahoria, acelgas, ajo, cebolla, lo cual se corresponde con la preciada vitamina A, tan necesaria para la vista, ácido fólico para el desarrollo neurológico, antibiótico natural, tan necesario en niños con un déficit de higiene, y otros micronutrientes que aunque no los nombre, son igual de esenciales para mantener la homeostasis de la salud.“
En comparación con la situación actual, estos han sido los pasos más agigantados que se han dado…
“Este año, además hemos podido también repartir vitaminas en forma de gominolas a los niños, gracias a Luz García, una voluntaria del año anterior, la cual a través de los laboratorios Arkhopharma, donó más de 400 botes de este complejo vitamínico, tan necesario en nuestros niños etíopes.
Hoy, dos años más tarde, ya hemos conseguido reducir la desnutrición crónica en más de un 15%. Por lo cual, nos sentimos muy orgullosos de nuestros esfuerzos para con el proyecto.
He decir que si el Proyecto sale adelante, es además de gracias a la financiación de la Sociedad Española De Ciencias de la Alimentación (SEDCA), de la ilusión y el esfuerzo de los voluntarios que cada temporada me acompañan a Etiopia y que tras el viaje, siguen colaborando de diferentes formas.
Este año he tenido la suerte de contar con un equipo multidisciplinar de cuatro personas estupendas. Mi madre, Francisca; técnico de laboratorio, con la que se pudimos llevar a cabo un estudio parásitos intestinales en los niños, Andrea Orozco; especializada en niños con ayudas especiales. Su conocimiento ayudó a detectar a un niño con problemas emociónales y finalmente dos biólogos, Irene Martín y Roberto Pedrero, con amplia formación en antropometría. Gracias a todos ellos se pudieron tomar las medidas antropométricas con las que más tarde evaluamos el impacto de la mejora de la dieta en la salud de los niños. Durante nuestro rutinario “medical check up”, detectamos y facilitamos el tratamiento de una niña con manchas de Bitot en los ojos. Estas manchas salen cuando hay una deficiencia muy acusada de vitamina-A en la dieta durante un tiempo prolongado. Una niña que con apenas cinco años, ya no tenía visión en ambientes oscuros y que acabaría perdiendo también la visión diurna.
Y seguimos mejorando. Estamos en proceso de mejorar las instalaciones de la cocina donde las cocineras trabajan para dar de comer a los casi ciento cincuenta niños que hay en la escuela. También implantaremos las mejoras de la dieta, en otra segunda guardería que hay en las inmediaciones, también bajo el cuidado de las mismas misioneras de la orden San Pablo Apóstol.
Pero el Proyecto de Etiopía, va mucho más allá de trabajar en la mejora de la salud de los niños a través de la dieta. Para nosotros, los voluntarios que participamos es la oportunidad de conocer y participar en la cultura etíope, donde gracias a eso, te llevas un aprendizaje de vida.”
“Me gustaría para terminar, compartir en esta Bitácora, una parte muy resumida de lo que cada uno de ellos ha sentido en este viaje:
Para Irene:
«El viaje ha sido enriquecedor, me ha abierto la mente y ha hecho que pueda ver cómo la información que obtenemos en los medios de comunicación sobre los países africanos es muy limitada, por lo que a veces es inevitable crear estereotipos donde en lo único que pensamos es en pobreza extrema. Me he dado cuenta de que esta es una visión triste y poco acertada. Como dice Chimamanda Ngozi Adichie en su ensayo El peligro de la historia única: “Por supuesto, África es un continente plagado de catástrofes. (…) Pero también hay historias que no tratan de catástrofes y es muy importante, igual de importante, hablar de ellas. Siempre he tenido la impresión de que es imposible conocer debidamente un lugar o a una persona sin conocer todas las historias de ese lugar o esa persona”.´´
Para Roberto las cuatro palabras que marcaron su experiencia fueron: Educación, respeto, solidaridad y hospitalidad. “Siempre nos daban todo cuanto tenían para que nos sintiéramos como en casa y de verdad que lo conseguían”… “Lo que más me marcó fue el día que “la mama” nos convidó con un pan casero, probablemente el único alimento que le quedaba en su casa”… “Si algo me llevo de mis días en Etiopía es el cariño y la dulzura con la que me he sentido tratado por toda la gente que ha hecho de este viaje una experiencia única”.
Para Francisca, las sonrisas de la gente, a pesar de las circunstancias es lo que más les llamaba la atención. Y que los niños parecían ser más “libres” que los niños de nuestra sociedad.
Mientras que Andrea “Recuerdo como si fuese ayer el viaje que hicimos desde Jimma a Mizan Téferi. Nos vino a buscar una furgoneta y al entrar, sentí como justo en ese momento había llegado a Etiopía. El suelo estaba cubierto de una especie de hierba que trae buena suerte, el conductor se empeñó en ponernos su mejor repertorio de música y su compañero, conmigo en la parte trasera, masticaba khat. A pesar de estar agotada, la misma emoción de estar allí, cumpliendo un sueño para mí, me mantenía aferrada a la ventanilla observando todo aquello, sabiendo que ese trayecto era sólo el principio, lo mejor nos estaba esperando en Mizan Téferi. Desde entonces, no hay día que no recuerde la experiencia, la felicidad que me trajo, todo lo que aprendí y el compromiso social que me ha creado”.»