Desde la SEDCA hemos entrevistado a la Dr. Gómez Garre, responsable del Laboratorio de Microbiota en el Hospital Clínico San Carlos-IdISSC de Madrid, sobre la actualidad de la microbiota intestinal y las perspectivas futuras prometedores en este área.
- Lo primero para contextualizar a todos nuestros lectores, sería de interés que se conozca la cantidad de microorganismos que habitan nuestro organismo de media, y en concreto en nuestro sistema digestivo, ¿podrías facilitarnos ese dato? ¿y la proporción de genes que corresponden a nuestra microbiota con respecto a los nuestros propios?
Durante mucho tiempo se ha estimado que en nuestro organismo teníamos 10 veces más de bacterias que células humanas, pero un cálculo más preciso realizado hace un par de años ha demostrado que tenemos unos 39 billones de bacterias, un número ligeramente superior al número de células humanas. Aunque pueda parecer un número menos espectacular, en realidad lo que significa es que más de la mitad de nuestras células son bacterias. De ellas, el 98-99% se encuentran en el intestino. Pero lo más importante no es el número de células; mientras que nuestras células humanas tienen unos 25.000-30.000 genes, las bacterias de nuestro organismo nos aportan 3.000.000 de genes entre todas.
- A grandes rasgos y según tu investigación, ¿podrías decirnos cuáles son los principales factores relacionados con nutrición y alimentación que cuentan con más evidencia respecto a sus efectos en la modulación de la microbiota? ¿Podrían variar estas recomendaciones en función de la microbiota de cada uno o serían recomendaciones generalizadas para todo el mundo?
Efectivamente, la dieta es uno de los principales factores que influyen en la composición de nuestra microbiota intestinal. Los cambios que ejercen sobre la composición de la microbiota intestinal los distintos nutrientes avalan las recomendaciones de los expertos de que para mantener un estado saludable debemos seguir una dieta variada, rica en vegetales y fibra, y reducir las grasas animales. Efectivamente, se ha visto que el consumo de proteínas de origen vegetal induce un mayor aumento de Bifidobacterias y Lactobacterias que las proteínas de origen animal; este aumento se observa también en las dietas bajas en grasas.
Si hablamos de dietas, que al fin y al cabo es como tomamos los nutrientes, la adherencia a la dieta mediterránea se asocia con una microbiota intestinal saludable, rica en Bifidobacterias y Lactobacterias además de productora de ácidos grasos de cadena corta. Sin embargo, aunque estas recomendaciones pueden servir de forma general, se ha visto, por ejemplo, que no todos los individuos responden igual a los cambios de dieta o que hay sujetos a los que les sienta mejor el pan blanco y a otros el pan integral. Lo interesante de estos estudios es que se podía predecir cuál iba a ser la respuesta de los individuos estudiando la composición de su microbiota intestinal inicial. Aunque todavía hacen falta más estudios, está claro que estamos ante la era de la nutrición personalizada.
Se ha visto que el consumo de proteínas de origen vegetal induce un mayor aumento de Bifidobacterias y Lactobacterias que las proteínas de origen animal; este aumento se observa también en las dietas bajas en grasas.
- Es interesante ver como en función de nuestra microbiota constantemente cambiante podemos tener mayor o menor riesgo de desarrollar determinadas patologías, inclusive aquellas no relacionadas a priori con nuestro sistema digestivo. ¿Podría ser que la microbiota fuera un factor detonante de la obesidad en algunas personas? ¿Y de otras patologías crónicas de tan alta prevalencia como colesterol elevado, diabetes o triglicéridos altos?
- Y por en contrario, ¿podría la modulación en nuestra microbiota contribuir a reducir nuestra grasa corporal (siguiente los mismos hábitos), o nuestros niveles de colesterol o glucemia en sangre?
Que los cambios en la microbiota intestinal son un detonante para algunas enfermedades como la obesidad se ha demostrado ampliamente en modelos experimentales. En nuestro laboratorio recientemente lo hemos demostrado para el desarrollo de insuficiencia cardiaca. Seguro que en los humanos ocurre igual, el problema es que es más difícil hacer estudios de causalidad y que los resultados de los animales no se pueden extrapolar del todo. Además, aunque hablamos de la dieta como principal modulador de la microbiota intestinal, existen muchos otros factores como la edad, la localización geográfica, el consumo de fármacos, incluso el tipo de nacimiento, que la condicionan. Por ello será interesante ver cómo se desarrollan las técnicas de big data en el campo de la microbiota, ya que cuando podamos analizar todos los factores en conjunto podremos empezar a identificar la microbiota que confiere mayor o menor riego frente a enfermedades o hacia donde debemos modificarla.
- Actualmente en el ámbito de la nutrición clínica cada vez se hacen más estudios de microbiota intestinal para después pautas probióticos concretos adaptados a los resultados de cada uno, y complementar así a las pautas dietéticas y de actividad física habituales. ¿Consideras que a día de hoy es ya factible adaptar el plan dietético a la microbiota de cada uno? ¿Hay suficiente evidencia para pautar probióticos concretos en función de los resultados del análisis de la microbiota?
Como comentaba antes, en el campo de la experimentación animal también hay numerosas evidencias de la bondad de los probióticos. El problema es que, hasta ahora, estamos considerando los probióticos como algo genérico y universal, es decir que todos los probióticos sirven para todo y estamos viendo que no es cierto. Actualmente ya tenemos estudios que demuestran el efecto beneficioso de algunos probióticos, pero no de otros, frente a algunas patologías y por tanto solo serían recomendables esos para los que hay evidencias.
- Y ya para terminar, a modo de conclusión: ¿Qué perspectivas de futuro próximo ves en el ámbito de la microbiota en relación con la nutrición y la salud? ¿Consideras cercana la pauta de planes alimentarios concretos en función de la microbiota de cada uno?
Está claro que la microbiota intestinal ha venido a quedarse, y no solo en el campo de la nutrición sin más, si no de la salud en general. Creo que el principal cambio lo vamos a notar en el campo de la prevención para lo cual va a ser muy importante que se tome conciencia de la necesidad de contar con nutricionistas en los equipos médicos, así como de graduados en ciencias de la educación física. Dada la relación entre la composición de la microbiota intestinal y la alimentación y el estilo de vida, uno de los objetivos más ambiciosos, y novedosos de los próximos años será establecer cómo podemos incidir sobre la evolución de las enfermedades a través de estrategias nutricionales y de ejercicio físico.
Uno de los objetivos más ambiciosos, y novedosos de los próximos años será establecer cómo podemos incidir sobre la evolución de las enfermedades a través de estrategias nutricionales y de ejercicio físico
Un poco más sobre la Dr. Gómez Garre:
Doctora en Ciencias Biológicas (UAM) y Bióloga Especialista en Bioquímica Clínica. Desde 2007, es responsable del Laboratorio de Biología Vascular en el Hospital Clínico San Carlos-IdISSC de Madrid y, más recientemente, del Laboratorio de Microbiota. Ha publicado más de 65 trabajos en revistas científicas, ha presentado más de 110 comunicaciones en reuniones nacionales e internacionales y ha dirigido 8 tesis doctorales. Ha participado en 30 proyectos de investigación y ha recibido 17 premios de investigación. Su grupo ha pertenecido a las Redes de investigación REDINSCOR y RIC y, actualmente, forma parte del CIBERCV del Instituto de Salud Carlos III. Es colaboradora en Docencia Práctica en la Facultad de Medicina de la UCM y miembro de la Comisión de Investigación, del Comité Científico del Biobanco y del Comité Ético de Experimentación Animal del IdISSC. Además, es revisora de diversas revistas científicas, de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) y de proyectos de Innovación tecnológica en salud del EIT Health.
La microbiota intestinal es un aspecto que por lo regular nunca se toma en cuenta y que es muy importante para nuestra salud.