Son conocidos los efectos saludables para el cuerpo de las dietas basadas en fruta, verdura, legumbres, cereales, aceite de oliva, etc. Un gran estudio con 15,093 adultos españoles sugiere que con sólo una adherencia moderada a este tipo de alimentación nos protege hasta un 40% de riesgo de depresión.
Cada vez es más la literatura científica acumulada, en diversos grupos poblacionales, que demuestra los beneficios para la salud de llevar a diario una dieta mediterránea. Es especialmente relevante aquella que relaciona esta alimentación rica y variada con un menor riesgo de padecer enfermedades crónicas como las cardiometabólicas y también de distintos tipos de cáncer.
Son menos abundantes, sin embargo, los trabajos que se han centrado en relacionar los patrones de dieta saludable con la buena salud mental aunque en los últimos 2 años se ha publicado interesantes revisiones científicas al respecto como la de Rahe y colaboradores en 2014 (1) con un total de 16 estudios observacionales a través de los que han podido concluir que los patrones de tipo tradicional como el mediterráneo, tienen un efecto protector frente a la depresión comparado con los patrones occidentales de alimentación basados en alimentos procesados.
Recientemente, un grupo de investigadores españoles ha querido centrar sus pesquisas en los posibles efectos de la dieta mediterránea en nuestra salud mental comparándola con otros patrones dietéticos también saludables, centrándose en concreto en su relación con el riesgo de depresión (2). El trabajo consistió en valorar la dieta de las personas a través de tres indicadores de distintos tipos de dietas consideradas saludables; En los tres casos, a mayor puntuación obtenida en los test, indica mejor calidad de la dieta:
– Dieta mediterránea a través del “Mediterranean Diet Score” (MDS) (3).
– Dieta vegetariana a través del “Pro-vegetarian Dietary Pattern” (PDP) (4).
– Tercera dieta saludable a través del “Alternative Healthy Eating Index-2010” (AHEI-2010) (5).
En general, en todos los test, los alimentos como los bollos, dulces, carnes procesadas, etc. se califican negativamente mientras que el consumo de frutas, verduras, frutos secos puntúa positivamente por su contenido en vitaminas, minerales, antioxidantes, etc.
El estudio, que forma parte de uno más amplio conocido como Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), incluyó a 15.093 participantes entre los que se incluyeron graduados de la Universidad de Navarra y otros profesionales titulados universitarios relacioandos con esta institución. Se consideró como criterio de inclusión requerido, no mostrar signos de depresión al comienzo del estudio que fue en el mes de Diciembre del año 1999. La salud de todos los participantes se ha seguido durante una media de 8.5 años comprobando si durante este periodo habían aparecido síntomas de depresión.
Del total analizado, 1.550 personas (10,27%) mostraron un cuadro clínico depresivo o habían sido medicados para ello. Respecto de los patrones dietéticos, los tres tipos de dieta saludable basados principalmente en alimentos vegetales, mostraron una asociación inversamente proporcional con el riesgo de depresión, siendo el más protector el AHEI-2010 (reducción del riesgo del 40%), seguido del PDP (26%) y por último el MDS (16%).
Tal como indican los resultados, una adherencia moderada a estos patrones alimentarios saludables se asocia con una reducción importante en el riesgo de desarrollar depresión en comparación con la personas con baja adherencia a dietas saludables. Curiosamente, esa reducción del riesgo es similar en personas con adherencia moderada o muy alta. Según los autores del trabajo, esto es debido a que la población española consume niveles sub-óptimos de muchos nutrientes potencialmente buenos para nuestra salud física y mental de forma que con alcanzar el umbral de la recomendaciones diarias de estos nutrientes, se produciría una protección frente a las enfermedades equivalente a si se consume niveles muy altos de los mismos.
Referencias:
1.- Rahe et al. Dietary patterns and the risk of depression in adults: a systematic review of observational studies. Eur J Nutr, 2014; 53: 997-1013.
2.- Sánchez-Villegas et al. A longitudinal analysis of diet quality scores and the risk of incident depression in the SUN Project. BMC Medicine, 2015; 13 (1): 197. doi: 10.1186/s12916-015-0428-y.
3.- Trichopoulou et al. Adherence to a Mediterranean diet and survival in a Greek population. N Engl J Med, 2003; 348: 2599-2608.
4.- Martínez-González et al. A provegetarian food pattern and reduction in total mortality in the Prevención con Dieta Mediterránea (PREDIMED) study. Am J Clin Nutr, 2014; 100: 320-328.
5.- Chiuve et al. Alternative dietary indices both strongly predict risk of chronic disease. J Nutr, 2012; 142:1009-1018.t
Noticia redactada por Noemí López-Ejeda (Grupo de Investigación Epinut-UCM y Asociada SEDCA) @LopezEjedaN en Twitter