Debido a su poca carga calórica, los edulcorantes han ido ganando en popularidad en la alimentación actual. Hasta el momento no se conocía que causaran ninguna alteración en nuestro metabolismo a corto o largo plazo pero cada vez son más los estudios científicos que parecen cuestionarlo.
Hasta el momento se pensaba que los edulcorantes artificiales no tienen efecto sobre el metabolismo y por ello se suelen recomendar en las dietas de adelgazamiento. Su consumo está cada vez más ampliamente extendido ya que cantidades muy pequeñas reaccionan con receptores en la lengua generando una sensación de sabor dulce similar a los edulcorantes naturales como es el azúcar de mesa pero sin ese aporte de calorías extra.
Los edulcorantes artificiales más comunes son:
- sacarina
- aspartamo
- sucralosa
- xilitol
- ciclamato
- sorbitol
- acesulfamo de potasio
- neotame
Es un hecho que el uso apropiado de los edulcorantes artificiales puede ayudar a controlar la ingesta de energía y el peso corporal a corto plazo. No por su consumo “per se”, sino porque se usan para sustituir otros componentes de la dieta que son mucho más calóricos. Sin embargo, se sabe poco sobre los efectos a corto y, sobre todo, a largo plazo del consumo de edulcorantes artificiales.
Desde el 2012, la comunidad científica parece haber aunado esfuerzos y cada vez son más las investigaciones encaminadas a desentrañar dicha incógnita.
Un reciente estudio en pacientes obesos arroja resultados inquietantes
Un artículo publicado la semana pasada en la revista Diabetes Care (1), recoge una breve investigación con 17 pacientes diagnosticados como obesos mórbidos (IMC superior a 40) en la que se concluye que el consumo de edulcorantes artificiales no es inerte. Cabe destacar que las personas participantes en el estudio, aunque eran obesas mórbidas, no eran diabéticas ni utilizan edulcorantes artificiales regularmente
Los investigadores pertenecen a la Escuela Universitaria de Medicina de Washington en St. Louis y en palabras de la autora principal, la Dra. M. Yanina Pepino: «La mayoría de los estudios de los edulcorantes artificiales se han realizado en las personas delgadas, saludables (…) queríamos estudiar esta población debido a que estos edulcorantes con frecuencia se recomienda para ellos como una manera de hacer su dieta más saludable al limitar la ingesta”.
El experimento consistió en realizar a cada participante un test de tolerancia a la glucosa en dos días diferentes con la peculiaridad de que, en una ocasión, antes del test se les dio a beber agua y, al otro día, antes del test tomaron agua con sucralosa. De esta manera, cada sujeto sirvió como su propio grupo de control.
La finalidad era la de comprobar si la sucralosa puede modificar la forma en que el cuerpo maneja el azúcar y los resultados parecen indicar que así es ya qué los pacientes tuvieron la glucosa en sangre más alta cuando previamente habían bebido sucralosa que cuando sólo tomaron agua. Igualmente se incrementaron los niveles de insulina hasta un 20% más.
Los autores destacan que este hecho tiene dos interpretaciones opuestas. Por un lado, supondría un buen efecto si se considera que al tomar sucralosa el organismo es capaz de generar más insulina que controle el exceso de glucosa en sangre. Sin embargo, esto podría ser perjudicial a largo plazo ya que las personas que habitualmente secretan más insulina pueden acabar volviéndose resistentes a sus efectos, como ocurre en los casos de Diabetes tipo 2.
Aumenta la evidencia en contra de los edulcorantes
Algo parecido a lo anterior encontró otro equipo de investigadores para el acesulfamo de potasio (2), el cual, se adhiere a los receptores de glucosa en los enterocitos, modificando la incorporación de glucosa a la célula. Parece que, si hay una baja concentración de glucosa en sangre (<25 mM), el acesulfamo no afecta a su captación, pero si la concentración es elevada (>25 mM) hace que se absorba un 20-30% más. Traducido a términos llanos, si nos tomamos un refresco light edulcorado con acesulfamo a la vez que un trozo de tarta de chocolate, el refresco estaría potenciando la absorción de azúcar de la tarta.
Existen otras investigaciones que se han planteado la posibilidad de que estas sustancias artificiales que usamos para endulzar los alimentos tengan algún tipo de consecuencias a corto o largo plazo, ya que su uso es relativamente reciente en la historia de la alimentación moderna.
Es el caso de la revisión publicada en la prestigiosa revista Obesity Reviews donde un equipo de Zürich (Suiza) ha encontrado que el uso habitual de estos edulcorantes podría contribuir al desarrollo de obesidad, justo lo contrario para lo que se está empleando a nivel general. Estos investigadores explican en su estudio (3) que estos compuestos, sobre todo fructosa, transforman la microbiota intestinal fomentando determinados tipos de bacterias frente a otras, lo que ellos llaman un “microbioma occidentalizado” Este tema ya fue tratado en una noticia SEDCA anterior (“ La obesidad y la diabetes… ¿también un problema de la flora intestinal?”) y en ella se explica como el cambio de microorganismos hacen que se modifique nuestro metabolismo hacia una mayor captación de grasas, entre otras.
Debemos mencionar que, en general, los investigadores no se refieren al poco edulcorante que podamos echar al café, sino a su uso masivo industrial, no sólo en alimentos sino también en medicamentos y productos de higiene como los dentífricos. Cabe destacar que se ha catalogado a los edulcorantes artificiales como contaminantes ambientales ya que permanecen disueltos en el agua durante largos periodos de tiempo (4).
Todos estos recientes resultados ponen de manifiesto la necesidad de investigaciones que permitan conocer más sobre las posibles interacciones entre los edulcorantes y nuestro metabolismo. Es evidente que el azúcar refinada tampoco es un producto que encontremos tal cual en la naturaleza, por lo que podría considerarse en parte artificial. Quizá la solución pase por dejar de buscar alternativas endulzantes para nuestra alimentación y comenzar a educar a nuestro paladar (y a nuestro metabolismo) a vivir sin ellos ya que con los azúcares presentes de forma natural en los alimentos hemos vivido sin problemas hasta la revolución inustrial.
Fuente: Washington University in St. Louis Newsroom (29/05/2013): “Artificial sweeteners may do more than sweeten”.
Referencias:
1.- Pepino et al. Sucralose affects glycemic and hormonal response to an oral glucose load. Diabetes Care. Published online before print April 30, 2013. doi: 10.2337/dc12-2221
2.- Zheng y Sarr. Effect of the Artificial Sweetener, Acesulfame Potassium, a Sweet Taste Receptor Agonist, on Glucose Uptake in Small Intestinal Cell Lines. Journal of Gastrointestinal Surgery, 2013; 17 (1): 153-158.
3.- Payne et al. Gut microbial adaptation to dietary consumption of fructose, artificial sweeteners and sugar alcohols: implications for host–microbe interactions contributing to obesity. Obesity reviews, 2012; 13: 799–809 .
4.- Lange et al. Artificial sweeteners—a recently recognized class of emerging environmental contaminants: a review. Analytical and Bioanalytical Chemistry, 2012; 403 (9): 2503-2518.