Entrevistamos al Dr. Alberto Rodríguez, médico del servicio de Neurología del Hospital Universitario 12 de octubre, sobre la relación entre la nutrición, microbiota intestinal y salud cerebral.
En la actualidad, cada vez hay más evidencia de la estrecha relación que guarda el eje microbiota-intestino-cerebro y la influencia que tiene para la salud y el desarrollo de enfermedades neuronales, en la reacción al estrés y eje gastro-cerebral… Y por supuesto, la alimentación junto a otros factores y hábitos de vida saludables tiene un importante papel ya que tienen la capacidad de modular nuestra microbiota intestinal, y por ende, de afectar a nuestro eje microbiota-cerebro. Por esta razón, en la segunda entrevista relacionada con actualidad de la microbiota y salud, hemos hablado con el Dr-Alberto Rodríguez, especialista en el eje microbiota-cerebro y sus repercusiones en la salud.
Lo primero para contextualizar a todos nuestros lectores sobre tu área de especialización en neurología en relación con la microbiota, ¿cómo definirías al eje cerebro-intestino-microbiota? ¿Hasta qué punto están relacionados entre sí e influye tanto nuestra microbiota y nuestra alimentación en nuestro cerebro a través de esta relación?
El eje microbiota-intestino-cerebro es la relación bidireccional existente de forma fisiológica y recíproca entre estos tres componentes del organismo, comunicados mediante el sistema nervioso entérico y circulatorio, por el que discurren distintas biomoléculas, transmisores y hormonas que permiten una correcta intercomunicación para su desarrollo y mantenimiento.
La microbiota posee un papel destacado en la síntesis de moléculas como los ácidos grasos de cadena corta, con funciones inmunes y neuroendocrinas determinadas. Alteraciones como el estrés repercuten en el sistema intestinal y la microbiota; del mismo modo, la disbiosis intestinal puede producir alteraciones transitorias y permanentes en el sistema nervioso que pueden suponer la clave de distintas patologías neuropsiquiátricas. Esta relación causal tiene su apoyo en distintos modelos animales; en humanos existen datos de alteración de la microbiota en varias patologías psiquiátricas o neurodegenerativas, aunque todavía se debe estudiar si la microbiota es causa de las mismas o consecuencia de la mala alimentación inherente en estos procesos.
Actualmente todos conocemos la importancia de la composición de nuestra microbiota en la salud y prevención de patologías, y por ello cada vez hay más interés en recomendaciones dietéticas y de hábitos de salud que nos ayuden a mejorar su calidad. Pero, por otro lado, hemos escuchado y en tu caso en concreto también, que la microbiota es muy cambiante e incluso que puede modificarse levemente en cuestión de horas en situaciones concretas. ¿Qué situaciones son las que pueden modificar nuestra microbiota de forma tan repentina y qué consecuencias podría traer? Ante una situación, por ejemplo, de estrés, si se modifica nuestra microbiota, ¿vuelve a su estado normal después o ya quedaría modificada a largo plazo?
Las alteraciones que provoca el estrés en el intestino y la microbiota se pueden simplificar en las alteraciones dietéticas que provocan un estilo de vida apurado, así como los efectos del cortisol (la «hormona del estrés») y en menor medida el sistema simpático, sobre el la motilidad intestinal, la producción de moco y la permeabilidad de la barrera intestinal. En los estudios que se han realizado en animales, estos se han expuesto a eventos estresantes al nacer como la separación materna, o bien en la época adulta en situaciones de confrontación y derrota, habiéndose comprobado que en tan solo dos horas ya existe alteración en su microbiota. El estrés es una reacción individual, ya que el mismo hecho puede afectar de modo muy distinto a cada individuo; por ello cualquier evento que nos ponga en un estado de hiperalerta, desde circunstancias traumáticas a una rutina laboral estresante, podrían alterar el funcionamiento de nuestro intestino y microbiota.
Por otra parte, en la mayoría de estudios experimentales se observa una tendencia de la microbiota a restituirse a su situación previa a corto-medio plazo con el cese de la situación estresante inicial, aunque las alteraciones inmunes y endocrinas que han provocado se prolongan durante más tiempo; así mismo, si la fuente de estrés fuese intensa y persistente, sus consecuencias en la microbiota podrían ser dificilmente reversibles.
A día de hoy, también es conocida la importancia de nuestros horarios de comida, ritmos circadianos y rutinas en la composición de la microbiota, ¿hasta qué punto el número de comidas u horas en las que comemos pueden influir en nuestra microbiota? ¿cuáles serían las recomendaciones de nutrición que darías a la población general en relación al cuidado de la microbiota e indirectamente de nuestro cerebro?
Nuestros ritmos circardianos influyen en la microbiota, y los ritmos circardianos de nuestra microbiota influyen en nosotros. Hasta un 20% de bacterias que constituyen la microbiota presentan alteraciones metabólicas a lo largo del día del mismo modo que nuestro propio organismo, existiendo secreción de melatonina por parte de las células enteroendocrinas a la luz intestinal con el fin de acompasar el eje microbiota-intestino-cerebro. Es por ello que el jet-lagg produce una alteración transitoria en la microbiota con los efectos perniciosos que implica, habiéndose demostrado que las bacterias resultantes si son transplantadas en ratones les producen estados de obesidad y resistencia insulínica.
Con todo, el factor modificable más importante para la constitución de una microbiota adecuada es una dieta hipocalórica y baja en grasas, que favorece el asiento de las especies simbiontes adecuadas no patogénicas, así como una ingesta adecuada de fibra, que a su vez permite la fermentación de polisacáridos con obtención de ácidos grasos de cadena corta y los beneficios sistémicos que suponen.
Y ya para terminar, a modo de conclusión: ¿Qué perspectivas de futuro próximo ves en el ámbito de la microbiota en relación con SALUD Y CEREBRO?
El descubrimiento de las técnicas de secuenciación genética masiva en muestras de heces ha permitido de modo reciente estudiar la microbiota de forma fidedigna y ahondar en su conocimiento, pudiendo demostrar su relación con el organismo y en particular con el cerebro. La mayor parte de estudios en situaciones fisiológicas, patológicas y experimentales que han venido a relacionar la disbiosis intestinal con enfermedades psiquiátricas y neurodegenerativas han sido realizados en ratones, abriendo un campo de conocimiento desconocido hasta entonces y prometedor, ya que se tratan de patologías sin causa ni tratamiento definido y todo indicio supone una esperanza que ha de ser explorada. Por ello, estos hallazgos necesitan a partir de ahora el desarrollo de estudios prospectivos en humanos que permitan extraer relaciones causales de calidad o refutarlas, en definitiva, extraer conclusiones de las hipótesis. Ignorar estos hallazgos preclínicos sería tan dañino como el hecho de darlos por hecho y realizar conclusiones precipitadas en una sociedad donde la desinformación cada vez se extiende más que la propia información.
Un poco más sobre el Dr. Alberto Rodríguez…
Médico en servicio de neurología del Hospital Universitario Doce de Octubre, profesor en universidad complutense de Madrid, ponente en jornadas de microbiota, nutrición y salud de la UCM.